[ENGLISH + ESPAÑOL]

On any given afternoon in a city populated by almost 9 million people, all kinds of stories are being generated, and they all form part of the abundant society that these people comprise. The daily grind almost dictates an instructional routine on how to get to work, home, school or any place of recreation and development. Over the years in Mexico City, the capital of a developing country, events have taken place that have, little by little, changed the quality of life of its people.

The traps of the system have subjected the population to conformism supplemented with an inefficient economic system, which fails the majority and artfully succeeds in benefitting the privileged minority, who are already sickened with power.

The infamous Mexican creativity has led people to develop alternative trading systems. Generation after generation, ignorance has been imposed upon the majority in a dictatorial manner, through miserable access to education and decent job opportunities. The decomposition of society and the economy, as a consequence, has given rise to what we call vagoneros, literally “carriage drivers”, or illegal vendors, people dedicated to “wandering commerce” who often establish their businesses in Mexico City’s Metro (subway) carriages, hence the origin of their name.

The errant economy that falsely promises welfare combines with Mexico’s poor quality education system. Together, these elements generate an alternative type of market, which is not conventional, it’s more often than not illegal, yet it has been caused in the first instance by the insatiable corruption of the Metro’s authorities and even more so by the politicians, the people’s representatives, who do nothing to provide real opportunities and alternatives to achieving a better quality of life.

Recently, the government of Mexico City launched a program that discourages users of the Metro from buying goods from vagoneros. This measure, with its high sense of double standards, was promoted by the local government as justification for the recent increase in the cost of travel, once again turning society against itself.

Vagoneros have been protesting, but in the political and social crisis that the country is living in, their voices seem lost in the never-ending limbo of Mexican dissent.

A country hijacked by greed and big business now commands that the vagoneros find other ways to survive. This is just another example of the social rot that has been accelerating since Mexico adopted neoliberalism as its form of government. The lack of opportunities for the majority has led many into the world of crime, the other unofficial big business.

It is a fact that these traders operate illegally, and that they cross the line of respect for public transport users. On the other hand, however, lack of opportunities for many people has to be recognised.

The key to social welfare can only be found within the people who make up a society, and we the people must take responsibility for protecting and maintaining this welfare.

“How else are we gonna make a living?” shouted the vagoneros in Metro Tacubaya station.

All illustrations by Manuel Tenedor.

MEET THE LOCAL: MANUEL TENEDOR

Una tarde cualquiera en una ciudad poblada por casi 9 millones de personas, puede generar todo tipo de historia protagonizada por la abundante sociedad que la compone. El ajetreo cotidiano hace casi necesario un instructivo de rutina para llegar puntual al  trabajo, casa, escuela o cualquier lugar de esparcimiento y desarrollo. En la capital de un pais tercermundista, ha sucedido acontecimientos que han modificado poco a poco, la calidad de vida de su gente a lo largo de los años. Las trampas del Sistema han sometido a la población al conformismo complementado con el ineficiente aparato económico, que fracasa en favor de las mayorías y mañosamente triunfa en beneficio de las minorías enfermas de poder. La famosa creatividad del mexicano, lo ha llevado ha desarrollar sistemas alternos de comercio. La ignorancia impone  de manera dictatorial, generación tras generación, un miserable acceso a educación y un trabajo digno. Consecuencia de toda esta descomposición económico-social, surgieron los llamados: “Vagoneros”, que se trata de personas dedicadas al comercio ambulante que comercializan dentro de los vagones del Metro de la Ciudad de México, de ahi, el origen de su nombre. La economía errante que falsamente promete bienestar,se topa en el camino con educación escaza y de pésima calidad en el país. Este conjunto de elementos generaron un tipo de mercadeo, que evidentemente esta fuera de contexto y que a su vez, ha sido provocado en primera instancia, por la insaciable corrupción de autoridades encargadas de regular el orden dentro del Metro y en un sentido de mayor responsabilidad, por los representantes populares, que no hacen nada por ofrecer oportunidades reales y alternativas para conseguir una verdadera calidad de vida. Recientemente, el gobierno del Distrito Federal, ha puesto en marcha un programa que incita al usuario del Metro, a no comprarles mercancía a los Vagoneros. Esta medida en un sentido de alta doble moral,  fue promovida por el gobierno local como justificación al reciente aumento en el costo del pasaje, contrapunteando una vez más a la sociedad entre sí. Las protestas de los Vagoneros, no se hicieron esperar, aunque en la crisis politica y social que se vive el país, parecen voces perdidas en el limbo de la abundante inconformidad mexicana. La realidad de un país secuestrado por la avaricia y los grandes capitales, ahora les ordena,  encontrar otras formas de sobrevivencia. Toda esta descomposición social, no ha parado desde que México adoptó el sistema Neoliberal como tipo de gobierno.  La falta de oportunidades, encamina a muchos hacia la delincuencia, el otro gran negocio “debajo de la mesa”. Es un hecho que estos comerciantes operan fuera de contexto, y que traspasan la linea de respeto hacia los usuarios del transporte público, pero por otro lado, la falta de oportunidades, en algún momento tenia que ser socialmente notorio. 

Las raices del bienestar social, solo se encuentran en la gente que compone tal sociedad y esta a su vez, debe retomar la responsablidad de prolongarlo. “¿De que vamos a vivir?”, gritaban los Vagoneros en el Metro Tacubaya.

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